Lo más difícil de dormir temprano es realmente dormir temprano. Es decir, puedes irte a dormir dos horas antes de tu hora habitual, pero nada te garantiza que realmente vayas a quedarte dormido en el momento mismo en que apagues la luz y pongas la cabeza en la almohada. Y si lo haces te despiertas media hora después porque una parte de tu cerebro está diciéndote que todavía no es siquiera medianoche y por lo tanto no es hora de dormir. Entonces comienzan a aparecer los sueños del insomnio, esas ensoñaciones que de pronto empiezan a llenar la mente del insomne que trata infructuosamente de dormir. Algunas veces son agradables, porque dan la sensación de estar ya durmiendo cuando en realidad sólo estás soñando despierto, pero otras veces son frustrantes, sobre todo cuando te das cuenta de que después de dos horas aún sigues despierto y en la mañana vas a estar muriendo de sueño y te vas a sentir desganado por culpa del maldito insomnio. Empiezas a hacer listas en la mente, como la lista de cosas que tienes que comprar, o cualquier otra cosa, y de pronto terminas teniendo media docena de listas que empezaron como top-fives y terminaron convertidas en top-forties, y ya pasaron dos horas más y todo lo que has dormido es esa primera media hora. Y de pronto tu cerebro y tu cuerpo se dan cuenta, al mismo tiempo, de que ahora ya te has pasado casi dos horas de tu hora habitual de dormir. Y por la mañana te morirás de sueño.
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