jueves, 12 de marzo de 2015

2015.012

La misma nostalgia que nos hace recordar algunas cosas como mucho mejores de lo que fueron en realidad, nos juega mal cuando tratamos de ver en nuestros nuevos televisores una película de cuando éramos niños. No importa que el televisor en cuestión sea un aparato enorme y pesadísimo de  hace diez años, de todas formas es mucho mejor que el televisor en que vimos la película hace veinte años (y ese televisor posiblemente tuviera ya diez años a cuestas en ese momento), y las diferencias se hacen notar. Como me decía una amiga hace tiempo, de pronto te das cuenta que ese fondo negro en Alien en realidad tenía detalles… pero eso también le quita un poco a algunas escenas que ahora se ven más artificiales de lo que deberían. Claro que siempre voy a saltar cuando el chestburster sale del pecho de Kane y cuando el xenomorfo embosca a Dallas en los ductos de ventilación (no me digan que es spoiler, si no han visto Alien hasta ahora tienen un problema serio, aunque fácil de solucionar), pero ese es otro asunto.
Vuelvo a ver Depredador después de mucho tiempo, y me sorprende que, a pesar de todo, las tomas del yautja (la criatura) moviéndose entre la selva todavía resulten interesantes. Tal vez sea que la acción en Depredador es principalmente diurna, usando la vegetación para ocultar al yautja, o tal vez sea que el camuflaje óptico siempre se vio raro y no hay mayor diferencia. Aunque la visión térmica ahora parece hecha con crayola.