Al llegar a casa anoche recibí un mensaje de Micky pidiéndome que lo llame para ponernos de acuerdo para una mañana geek revisando su netbook en el estudio. Hasta ahí todo bien, después de todo siempre estoy dispuesto a ayuda a mis amigos con sus computadoras, así que hice un lista rápida de las cosas que debía revisar en busca de una solución a su problema.
Al día siguiente la mañana empezó bien con una taza de café caliente y un chequeo rápido para estar seguro de tener todo lo necesario. Micky llegó poco después, y empezamos a revisar la netbook. Tras varios intentos frustrados de restaurar el sistema, descubrimos que se trataba de un malware que no nos permitiría hacer mucho a menos que lo pudiéramos eliminar. Un par de horas más tarde era ya bastante obvio que Micky tendría que quedarse a almorzar, pues no podíamos dar con una solución que no pasara por formatearla y empezar desde cero con una instalación fresca de Windows XP. Ubuntu apareció de pronto como una buena posibilidad para reducir el tiempo que demora en levantar, pero descargar el instalador demoraría demasiado.
Agotados ya, bajamos a almorzar y a ver un poco de televisión mientras se completaba una copia de seguridad de la netbook, aunque la posibilidad de volver a infectarla no me convencía para nada. La tarde se convirtió en noche y enfrentábamos ahora el hecho incomprensible de que la netbook se resistiera a completar la instalación. ¿Derrotados por una computadora? Al parecer sí. Al menos por ahora. Una cerveza y una sesión de Play Station servirán para refrescar un poco y ventilar la tensión.
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