Las coincidencias del día me hacen pensar más bien en una carretera de sincronicidad que no llego a entender del todo y no puedo seguirla. Significados ocultos en las cosas de todos los días, mensajes dejados por una conciencia superior, quizás tratando de decirnos algo que muchas veces no llegamos a entender. El lugar preciso y el momento exacto.
Siempre he creído que las casualidades no existen, que nada ocurre sólo porque sí, que todas las cosas suceden por una razón. Las cosas suceden de una forma determinada porque los eventos están concatenados de una forma precisa como engranajes en un enorme reloj, y nosotros y nuestras acciones somos parte de un sistema que no alcanzamos a ver o entender porque somos demasiado pequeños para eso. No pretendo ni pretenderé entender el mundo, pues eso está mucho más allá de mi capacidad, pero mi curiosidad me lleva a tratar de entender las sincronicidades a mi alrededor, de la misma forma en que me intriga que un número se haya estado repitiendo de diversas formas desde que salí de la cama esta mañana. Una sensación de déjà vu que no termina de serlo. No estoy seguro de por qué estoy pensando en estas cosas hoy. Tal vez sea el clima, pues ha estado cálido pero nublado con lluvias intermitentes. Tal vez sea que algunas veces el café me pone algo filosófico. Tal vez sea que estoy en el lugar preciso y el momento exacto en que alguien debía pensar en estas cosas para mantener girando los engranajes del universo.
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