domingo, 5 de junio de 2011

2011-023

Más de dos semanas sin escribir. Y no por falta de ganas, ni por falta de tiempo. Sólo una sensación extraña de no poder terminar de poner las ideas lo suficientemente en orden para escribirlas. No es como si lo que escribo en este blog tuviese mucho sentido, pero en estos días llegué al punto en que tampoco tenían sentido para mí. Medio centenar de cosas completamente aleatorias por decir y no encontraba la forma de darles un orden que pudiese establecer siquiera una atmósfera general. Líneas escritas mil veces, corregidas, revisadas, eliminadas y vueltas a escribir mil veces más. El golpeteo de las teclas mezclándose con la música que llena el estudio. Palabras garrapateadas descuidadamente en un boleto del bus. Han sido días complicados.

El aroma del café fresco, el pan caliente y un par de tamales se mezclan para traer recuerdos de otros desayunos familiares viendo las noticias en televisión en día de elecciones, como un ritual que se ha repetido desde que tengo memoria. Sin importar el resultado, estos son los momentos que guardo para siempre. Terminado el desayuno aprovecho la tanda publicitaria para regresar al estudio a seguir alimentando mi adicción a la información. Afuera, el rumor de la gente en el bulevar ya empieza a aumentar.

Salgo a caminar bajo un cielo cubierto por nubes que amenazan lluvia desde anoche pero aún no se deciden. El aire se siente extraño. El día se pone más gris que de costumbre. Me pregunto dónde estarás en este momento.