lunes, 6 de abril de 2009

#75

El día pasa extraño entre buses, humo de cigarrillos, esperas interminables y el calor que una vez más de hace insufrible. Los árboles se apiadan de los humanos y ofrecen algo de sombra en las veredas de la avenida. En el cielo las nubes se han replegado y apenas asoman después de haber dominado la mañana, y un viento fresco se encarga de que no permanezcan por mucho tiempo en el mismo lugar. Si tan siquiera el viento pudiera traer de regreso el tiempo perdido, o si fuera suficiente para aliviar el calor.

De alguna forma parece que el mundo hubiera vuelto a ser lo que era antes, con días que empiezan con muy pocas ganas y se van volviendo algo incómodos a medida que pasan las horas, largos viajes de ida y vuelta que sirven para escuchar y analizar álbumes, noches tranquilas viendo televisión en el sofá y soñando con el futuro un paso a la vez. Es extraña la forma en que uno se acostumbra a una cierta rutina e intenta volver a ella en busca de estabilidad cuando las cosas empiezan a complicarse. Es como si buscáramos la protección de lo familiar para tener confianza en nosotros mismos y seguir adelante. El olor del café me recuerda que mañana puedo dormir un poco más y que ahora sólo debo esperar una llamada. Arriba, la luna menguante se disimula tras una barrera de nubes que la difuminan y la convierten en una suerte de lámpara de noche en el cielo.

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