El mundo parece un poco distinto hoy, las calles más llenas de rostros desconocidos que parecen aparecer de pronto para volver a desaparecer al caer la tarde del domingo. Cuando era chico me preguntaba de dónde salía tanta gente y a dónde se iban en la noche que no se les volvía a ver hasta el siguiente domingo. Con el tiempo descubrí de dónde venían y a dónde volvían, y la verdad es que dejó de importarme. Sólo me importa cuando hay tantas personas que resulta difícil caminar, o cuando se aglomeran en medio de la vereda y no dejan pasar. Claro que siempre es divertido tomar fotografías del boulevard desde los balcones del segundo o del tercer piso, y también desde las bancas, pero por lo demás me da igual si hay mucha o poca gente caminando por la calle.
Hablando de fotografías, últimamente la cámara ha empezado a dar señales de agotamiento, como apagarse de pronto, no cerrar el lente y no querer funcionar con las baterías recargables. Parece ser que ya estaría llegando al final de una vida bastante agitada primero con Daniel y después conmigo, y ya vendría siendo hora de reemplazarla. El problema es que si la reemplazo tendría que ser por una mejor, y en estos momentos no tengo los fondos suficiente para eso, y posiblemente no los tendré hasta dentro de varios meses más. Mientras tanto tendré que agregar "cámara nueva" a la lista de cosas que espero poder comprar este año en cuanto tenga dinero suficiente.
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