jueves, 12 de marzo de 2009

#54

Nota: Este es un posteo de al menos setecientas cincuenta palabras --doscientas cincuenta por cada día que no postee nada, y las doscientas cincuenta de hoy. Eso sin contar esta nota.

Y bueno, hay una explicación para la ausencia de posteos los últimos dos días. He estado traduciendo. Normalmente eso no sería razón suficiente para dejar de escribir o hacer otras cosas, pero el problema surgió cuando quemé la energía que ya no tenía y terminé traduciendo a menos de la mitad de mi velocidad normal.

El problema comenzó realmente el lunes por la tarde, cuando la salida al cine que habíamos planeado para el martes se complicó porque a la mamá de Fani le dio pataleta. No es que se enfermara de algo, sino que le dio uno de esos ataques de cerrazón mental que algunas veces le da a las madres, sobre todo cuando han pasado años mal acostumbradas a que se haga su voluntad y a decir cualquier cosa sin que nadie les de la contra. Yo había pensado traducir unas cuatro horas y luego irme a dormir un poco temprano para no estar cansado el martes y poder hacer unas compras antes de ir al cine y en general pasar un día juntos de un lado para otro. Mientras tratábamos de encontrar una solución por teléfono, se fue la luz, así que no pude hacer nada más por un par de horas, y el cronograma de la traducción empezó a postergarse y mutar. Cuando volvió la luz me encontré con Fani para poder establecer una estrategia que nos permitiese superar la pataleta maternal. Después de un par de horas volví al estudio con la idea de avanzar unas cuatro páginas para empezar a traducir en serio al volver a casa el martes, una sesión maratónica frente al teclado hasta terminar la traducción el miércoles por la tarde y luego tener libre el jueves para los planes que ya habíamos hecho.

El martes por la mañana salí de casa más temprano que de costumbre, para poder hablar un poco con la suegra antes de salir. La charla matutina con la mamá de Fani no resultó nada productiva, sobre todo porque la futura suegra se puso en un estado mental de "barrera infranqueable", aunque realmente sonaba tan coherente como los discursos comunistoides que sueltan dos frases, luego llegan a una conclusión que en realidad no tiene nada que ver con lo que se dijo antes (en el mejor de los casos está relacionada tangencialmente con algo que duras apenas fue mencionado tangencialmente en la primera frase), luego empieza a contradecirse sin darse cuenta, y al final espera que le den la razón sólo porque es la mamá. Ni siquiera a mi madre le doy la razón cuando no la tiene. Desafortunadamente, aunque siempre se puede dialogar, no hay forma de razonar con una persona que sólo quiere que de le den la razón. Sin embargo, por alguna razón que no acabaré de entender, lo intenté durante casi una hora, antes de recurrir al viejo truco de hacerle creer que estaba en lo correcto. Finalmente pudimos salir tres horas después de lo planeado, almorzamos tarde, no alcanzamos la peli pero vimos otra que resultó bastante divertida, y en la noche regresé al estudio después de dejar a Fani en su casa sana y salva. Encendí a Alexiel y empecé a traducir, manteniéndome despierto gracias al café hasta que la cabeza me empezó a doler y los ojos me ardían demasiado. Había traducido alrededor de una página por hora, muy por debajo de mi velocidad promedio.

Había quemado demasiada energía tratando de razonar con mi suegra y luego quemé el resto en traducir al volver del cine, y luego quemé la energía que ya no tenía. Al despertar decidí establecer un nuevo cronograma, ahora más razonable, aunque ya no me dejaría tiempo libre antes del viernes. Llamé a Fani por teléfono para cancelar los planes de los siguientes dos días (es decir ayer y hoy), le expliqué que era para poder terminar la traducción y seguir con vida, y lo entendió sin problemas. Afortunadamente la cerrazón mental no es genética.

Así pues, el martes no postee nada porque el día fue algo caótico, ayer miércoles dormí toda la mañana y traduje casi toda la tarde (con algunas pausas para comer, ir al baño, tomar café y recibir una inesperada pero siempre bien recibida visita de Fani que me ayudó a despejarme), y recién hoy me doy un tiempo para escribir antes de terminar de traducir la segunda mitad del último capítulo de la novela. En la noche a enviar la traducción terminada, dormir a pierna suelta y mañana a desconectarme por completo hasta la tarde y luego a esperar la paga.

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