Esta mañana, justo cuando estaba saliendo de la cama entre las brumas del sueño que no se terminaba de ir, se cortó la luz. Ahora que me pongo a pensarlo, la electricidad ha estado fallando mucho últimamente, al menos tres veces en los últimos cinco días. Es raro. En ese momento, sin embargo, no pensé en nada de eso, sino que empecé a cambiar mis planes uno por uno debido a la falta de electricidad. No podía ver la película que quería ver, tampoco la repetición de Big Bang Theory, no podía encender la PC para revisar el email y escanear los dibujos recientes, ni poner el cartucho de tinta nuevo en la impresora, ni llamar a ni enamorada porque no tengo saldo en el celular y su teléfono fijo es inalámbrico y depende de la electricidad (lo que me recuerda que debo preguntarle por qué no tienen un teléfono común y corriente en caso de emergencia), no podía preparar el jugo del desayuno de todos los días porque no había licuadora… recién entonces me di cuenta de cuánto dependía de la electricidad para muchas de las cosas que considero habituales en mi vida. Por cierto, no fue muy agradable darme cuenta de cuán electro-dependiente me he vuelto en los últimos años. Claro que en cuanto regresó la electricidad, todo eso se fue al cuerno porque finalmente pude encender la PC y el ventilador del estudio. Hago muchas cosas lejos de la PC, pero de alguna forma siempre dependo de la electricidad por una u otra razón.
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