Son casi las tres de la mañana y realmente debería haber me ido a dormir hace un buen rato, pero se me ocurrió poner el Appetite For Destruction de Guns N' Roses, y la verdad es que no puedo irme sin terminar de escucharlo por completo. A diferencia de varios miembros de la banda, el ábum ha envejecido bien, y realmente me parece más interesante que muchos de los actos indie o metalcore que ahora aparecen a diario por toda la web.
El álbum es visceral, natural y crudo por momentos, con las acrobacias vocales de Axl en lo que al menos para mí fue su mejor momento. La batería de Steven mantiene una presencia que cumple sin lucirse, aunque tiene buenos momentos. Slash demuestra desde el arranque que es uno de los mejores guitarristas de su generación, y deja sentir su huella con una ligera sobrecarga que puede convertirse en un rugido al jugar con el pedal de volumen y el wah. La guitarra de Izzy complementa con prácticamente los mismos efectos, aunque un poco menos de volumen. El bajo de Duff deja sentir que no sólo está para marcar ritmos precisos sino que puede dar cara (Rocket Queen es una canción prácticamente bajo-céntrica) y en general le agrega peso a una mezcla que toma referencias del rock pesado, el rock sureño y el heavy metal de la invasión británica. Appetite for Destruction es un álbum fuerte y directo que es definitivamente distinto a todo lo que estaba en circulación en ese momento y que hoy, al menos para mí, suena incluso mejor que cuando lo escuché por primera vez hace diecisiete años.
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