jueves, 15 de enero de 2009

#03

Siempre he sentido curiosidad por los libros de Aleister Crowley, de la misma forma en que me gusta leer a Nietzche. Descubrir otras formas de pensar ayuda a establecer una visión propia del mundo, una identidad.

Una de las cosas que propone Crowley con su Magick (así, con k) es que uno puede intervenir en la forma en que suceden las cosas a su alrededor, que uno puede producir un cambio intencional. En este sentido amplio, los actos de magia pueden ser tan sencillos como afeitarse, cocinar o encender una lámpara. Claro que para Crowley esos son actos de magia sencillos que damos por sentados y a los que no les prestamos mayor atención, pero hay otras posibilidades mayores a las que se puede acceder mediante la disciplina del Magick. Luego elabora su teoría de la magia y los once mundos que uno debe dominar para poder usar esta magia. Yo me quedo con el concepto básico de que la magia es un acto que pretende producir un cambio intencional. ¿Qué acaso no es parte de la naturaleza humana? Estamos tan habituados a las cosas que suceden a nuestro alrededor que hemos dejado de verlas con fascinación, ya no nos damos cuenta de la magia inherente a nuestra escencia, y al no darnos cuenta, dejamos de creer en nuestra propia magia.

Me considero un mago bajo los conceptos más amplios de Crowley y el Dragon Rouge, pues realizo actos que producen cambios y constantemente trato de aprender a producir más cambios, empezando conmigo mismo. Soy un mago, y este es mi hechizo.

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