viernes, 23 de enero de 2009

#11

Esta tarde desocupé una caja que ahora está sentada en el pasillo a la espera de ser echada a la calle junto con algunas otras cosas que ya no tienen nada que hacer aquí. Encontré fotocopias de la universidad, docenas de hojas sueltas con apuntes tomados a la mala en alguna clase a la que presté mayor atención, algunos bocetos viejos que posiblemente escanee en los próximos días (o quizá sirvan de inspiración a futuros dibujos), varios volantes de conciertos a los que nunca fui, exámenes varios. Perdidas entre ese mar de cosas ahora inútiles, había algunas hojas sueltas con anotaciones de ideas que luego se convirtieron en aventuras de Dungeons & Dragons para nuestras sesiones de juego en la universidad. Encontré un par de mapas y bocetos de personajes importantes, incluso una hoja con la estructura de una tribu de orcos que nunca llegué a utilizar. Los recuerdos llenaron mi mente.

Es algo difícil de explicar, porque la mayoría son recuerdos de cosas que no ocurrieron en el mundo real, sino dentro de las aventuras que tenían nuestros personajes. Una vez alguien me preguntó por qué hacía todo eso, y mi respuesta fue "porque es divertido". Me divierto dibujando mapas en papel cuadriculado, haciendo bocetos de personajes, garrapateando notas trozos de papel, revisando referencias en libros que parecen grimorios, tipeando las partes de una aventura que terminarán por narrar una historia desarrollada por el grupo de juego, simplemente creando. El objetivo del juego no es ganar, sino forjar la leyenda de tus personajes y darle forma a un mundo distinto.

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