Llevo media hora escuchando a un predicador callejero que insiste en decir que los que no son parte de su iglesia se van a ir al infierno. Teniendo en cuenta que está predicando (es decir, tratando de convertir a la gente a su sistema de creencia), le acaba de decir a todos potenciales convertidos que se van a ir al infierno. Mal marketing, señor predicador. Gracias por decirme lo mismo que dicen todos los demás predicadores, ya sé que me voy a ir al infierno, ahora por favor déjame escuchar los diálogos de la película.
La noche es fresca, casi tres grados menos que ayer, y el cielo está bastante despejado, salvo por un par de enormes nubes de lluvia a la distancia. Me pregunto si las demás personas se fijarán en esta clase cosas, es decir, si las demás personas también se detendrán al menos un par de minutos a contemplar el cielo y las estrellas, si se preguntarán qué tan lejos están esas nubes, si pensarán que la noche de hoy es más fresca que la de ayer. Son cosas que pueden pasar desapercibidas en la rutina, pero pueden resultar interesantes si uno les presta atención. Son cosas de las que no me habría dado cuenta hace un par de meses. Posiblemente lo mejor que vino con el desempleo fue poder finalmente fijarme más en el mundo a mi alrededor. A veces me pregunto si podré volver a la rutina, y cuando me lo pregunto, los beneficios de ser freelance me traen una sensación bastante parecida a la felicidad, justo lo que necesito para disfrutar esta fresca noche de verano.
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