jueves, 28 de abril de 2011

2011-013

Esta ha sido una mañana bastante mas lenta de lo habitual, llena de la extraña sensación de estar a la espera de algo que no sé si llegará, o si existirá siquiera. Había olvidado ya la incertidumbre, a medias agradable y a medias aborrecible, antigua compañera de viaje que esperaba haber dejado atrás para siempre en una de las tantas curvas del camino.

Hoy desperté con el recuerdo de una conversación y el eco de una voz familiar repitiendo palabras que no alcancé a entender. Crucé la habitación de un salto (no es tan grande, realmente se puede cruzar de un salto o un par de pasos largos) y revisé a prisa los mensajes de texto y el registro de llamadas en el celular y el inalámbrico, pero nada. Tampoco en el historial de conversaciones de la laptop ni en el escritorio. No sucedió. Menos mal. Respiro un poco mas tranquilo. Palabras nunca dichas que se cruzaron en una conversación que sólo existió en el paisaje de un sueño, supongo. Me pregunto si en una conversación real se habrían dicho esas mismas cosas, con las mismas intenciones, con el mismo resultado. Tal vez el resultado habría sido distinto.

Sobre el escritorio, una taza de café fresco logra llenar el estudio con el aroma de las mañanas y alejar las telarañas de somnolencia que aun flotan a mi alrededor. Abajo, en la calle, los pasos de la gente tienen una certeza que de pronto me resulta envidiable. Siento el viento frío en la cara. Sonrío.

No hay comentarios.: