jueves, 21 de abril de 2011

2011-008

Te veo alejarte y contengo la respiración a la espera de que dobles en la esquina. Te deslizas lentamente sobre el pavimento, una secuencia en cámara lenta y fluida. Y no puedo moverme. En silencio, al lado de una vereda desolada, no sé qué hacer. En mi mente, diagramas complejos que me permitirían enfrentar la situación y posibles variantes. Conozco el terreno, sé a dónde ir y a dónde no ir. Pero, en un instante, todo deja de tener sentido y no tengo la menor idea de cómo poner un pie delante del otro o cómo articular palabra. Tal vez estoy pensando demasiado las cosas. El cielo está oscuro y algo nublado. De pronto es una noche de invierno. No debería serlo. Otro salto en el tiempo. Al parecer sigues ahí, uno más de mis fantasmas. O quizás vivas en mi subconsciente, no lo sé. Un recuerdo convertido en fantasma que no quiere irse y se resiste. Veo tu cabello agitarse cuando tu sombra desaparece en la esquina. Quisiera poder despedirme, al menos hasta la próxima vez que decidas aparecer en medio de una noche tranquila.

Todo comienza a volver lentamente. El tiempo se mueve como si despertara de una siesta de media tarde en un sofá mullido. La veo alejarse con pasos rápidos en una fresca noche de otoño con un ligero viento agitando su cabello. Es tan distinta a ti. Y la situación es tan parecida que no deja de darme escalofríos cuando lo pienso. Siento que sonríes desde alguna parte.

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