De pronto me doy cuenta que hace varios minutos no hay actividad en mi Tweetdeck, lo cual es bastante raro a esta hora de la tarde y en un día más bien agitado, pero podría ser una coincidencia. Pasan un par de segundos antes de darme cuenta de que Skype y Messenger muestran errores y Dropbox no puede sincronizar. Se cayó la conexión. Por costumbre corto la energía al módem y espero unos segundos antes de volver a encenderlo, aunque sé que no habrá diferencia. Nada. Levanto el teléfono, marco el número de servicio técnico y ni bien marco la extensión para pedir información escucho el mensaje grabado que me avisa de una avería masiva en la zona y mil disculpas, estamos trabajando para solucionarlo. Cuelgo. Otra avería más. Tomo un sorbo largo para terminar mi taza de té verde.
Salgo al balcón a ver a la gente que camina distraída mirando las tiendas en el bulevar. Veo un grupo de adolescentes en el balcón de la cabina de Internet, parecen estar comparando apuntes en un par de cuadernos. Son del barrio y suelen pasar un par de horas en la cabina todos los días. Quiero pensar que están haciendo tareas, pero lo más probable es que estén revisando estrategias para la siguiente partida cuando regrese la conexión. Me pregunto por un instante qué tan bien les irá en el mundo real.
Siento la vibración en mi bolsillo, alguien me reclama en el celular. Hora de llamar y avisar que no tengo conexión.
Actualización: La conexión se restableció hace 15 minutos, justo cuando terminaba de escribir el post.
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