jueves, 3 de noviembre de 2011

2011-032

Breve pausa para escribir un poco antes de seguir traduciendo un texto que por momentos se ve imposible pero tal vez sólo requiera un poco más de café para tener sentido. O una siesta de quince minutos. A veces eso también ayuda a darle forma a los textos imposibles. Sea como sea, necesito alejarme del trabajo un momento y pensar en cualquier otra cosa. Abro una ventana más y empiezo a escribir para despejar un poco la mente.
Aunque me siento bastante cómodo viendo el mundo a través de un monitor, y a veces desde el balcón o la azotea, también me gusta salir de casa de vez en cuando y sentir el viento, pasar el tiempo caminando, viendo tiendas y conversando con amigos, decidir dónde comeremos más tarde, sentarnos a reír. Comparar precios de cosas que hace unos minutos no se nos hubiese ocurrido buscar. Darnos cuenta de que hemos caminado tanto que, cuando nos sentamos a comer algo, el sol ya se ha ocultado y los pies no quieren dar un paso más en un buen rato. Quejarnos del clima, de la crisis, de que la hora se pasa demasiado rápido y ya tenemos que volver, y cada uno a su respectiva madriguera y a ver cuándo nos volvemos a encontrar para repetir el plato con algunas variantes.
Una taza de café y a seguir traduciendo este texto que finalmente empieza a tener sentido. Más tarde un par de llamadas, a ver qué se puede hacer y cuándo se puede hacer.

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