viernes, 18 de noviembre de 2011

2011-034

Es curiosa la forma en que a veces el universo trae de regreso a nuestras vidas a personas con las que pasamos momentos buenos y malos y de las que luego nos alejamos sin querer. Algunas veces podemos saber desde el principio cómo van a terminar las cosas. Otras veces es mejor seguir la corriente y ver hacia dónde nos lleva.

Escribo en la pantalla táctil del teléfono, en medio de la oscuridad del bus, mientras duermes a mi lado, aislada del mundo con la ayuda de tus audífonos. A veces me pregunto cómo es que hemos llegado a este punto, si es que las cosas tal vez debieron ser así siempre. La verdad es que no lo sé, pero me agrada. Se siente natural. Por un momento me pregunto qué sonará en tus audífonos, aunque realmente no estoy seguro de querer saberlo. Mis bandas y tus bandas y nuestros escasos puntos intermedios. Siempre tuvimos gustos bastante distintos, pero de vez en cuando lográbamos encontrar las coincidencias suficientes como para armar una lista y pasar un buen rato. Ojalá los buenos ratos hubiesen durado más. Tal vez ahora podamos hacerlos durar más.

Noche nublada. Abajo, al pie del acantilado, el reflejo de la Luna juguetea sobre el mar. Los fantasmas de la carretera se esconden detrás de las señales que indican el límite de velocidad. Esperan en silencio, al lado del abismo, viendo pasar los autos. Algunos sólo contemplan en silencio. Otros saludan. Nunca cometas el error de devolverles el saludo.

No hay comentarios.: