miércoles, 12 de octubre de 2011

2011-026

Algunas veces el pasado regresa de pronto para complicarnos la existencia. Otras veces, aparece para ayudarnos cuando menos lo esperamos. Otras veces, incluso, viene simplemente porque quiere venir y pasar un tiempo con nosotros. Me pregunto cuál será, querido fragmento del pasado, la intención con la que has decidido aparecer entre las telarañas de un sueño a medias grato.

Recuerdo claramente la última vez que un fragmento del pasado llegó con la única intención de complicar todo, arruinar lo que podía haber sido una temporada tranquila, y terminó por arrastrarme a varias noches de insomnio. En lo personal no creo en dejar atrás el pasado, al menos no en el sentido de olvidarlo y seguir con nuestras vidas, pues considero que el pasado es una parte importante de nuestra naturaleza y ayuda a darle forma a nuestro futuro. Creo, por lo tanto, que nuestro pasado debe acompañarnos siempre, pero no como un lastre, sino como material de referencia que podemos consultar para aprender de nosotros mismos. Acepto pues, como algo necesario, los flashbacks y también los fragmentos físicos del pasado que eventualmente llegan a mi vida de una forma u otra. A pesar de todo, muchas veces estos recuerdos se han convertido en empujones en la dirección correcta (o al menos en la dirección menos incorrecta, dependiendo de las circunstancias).

Así pues, querido fragmento del pasado, toma asiento junto a mí y acompáñame a observar los débiles rayos de sol que se cuelan entre las nubes que nos dan la bienvenida esta mañana.

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