jueves, 13 de octubre de 2011

2011-027

Demasiado tiempo sin escribir, o al menos sin escribir aquí. La última vez había sido el día de las elecciones, aunque una cosa no tenía realmente nada que ver con la otra y sólo fue una excusa para escribir una vez más. Las mañanas se fueron volviendo cada vez más frías, las tazas de café cada vez más grandes y frecuentes, y esa sensación de no estar solo era cada vez más agradable. Y, a pesar de las nubes, todavía podía ver las estrellas alrededor de la Luna.

Pasos silenciosos en una tarde de primavera. La luz se filtra entre las cortinas y dibuja figuras en el piso. Una camisa demasiado grande y demasiado seria. Risas. Recuerdos que llegan sin previo aviso en medio de una conversación que sólo se relaciona a ellos de manera tangencial y haciendo un gran esfuerzo. Recuerdos que antes fueron fantasmas incómodos y que ahora sólo son parte del equipaje. Palabras que se pierden entre el eco de mis botas mientras camino por calles desconocidas en una noche de invierno hace ya un par de años. El tiempo se vuelve algo curioso cuando empiezo a navegar entre mis propios recuerdos. Saltos en el tiempo que solían aterrarme. Divagaciones. Hechizos lanzados entre el humo de un cigarrillo que llegó en el momento preciso.

Conversaciones que empezaron en algún momento y que, salvo por algunas breves interrupciones y momentos de silencio, no tienen cuándo terminar. Conversaciones que cambian de medio y de lugar, pero siguen siendo las mismas.

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