-Es algo que no entiendo. -La voz de Alice ya no sonaba seria sino más bien divertida. -Cuando te fijaste en mi broche pensé que... no sé, que sería lindo hablar contigo.
Andrei se sonrojó un poco e intentó torpemente actuar con naturalidad. Su mano tropezó con la taza de café, casi derribándola. Sintió que si decía algo empezaría a tartamudear y terminaría por convertir la conversación en algo vergonzoso. El silencio empezó a volverse incómodo pocos segundos después, apenas interrumpido por el casi imperceptible zumbido de un viejo robot de limpieza en forma de disco. Alice se puso de pie de pronto, alisó su delantal amarillo con las manos y empezó a dar la vuelta para volver a trabajar. Andrei sintió que había hecho algo mal, que había dicho algo que no debía, aunque estaba seguro de no haber dicho nada por al menos un par de minutos. Debía hacer algo más, decir algo más.
-Alice... -Ella se detuvo y volteó a verlo, los rizos castaños enmarcando su rostro. Algo dentro de sí le dijo que no se detuviera, que aún podía decir algo más y que eso podría evitar que todo terminase allí. -Fue lindo hablar contigo.
-Sí... -Le pareció que Alice estaba pensando bien en qué decir a continuación. Tal vez no fuese él el único que no supiese qué hacer en este momento. Quizás ella estuviese tan asustada como él. Alice se acomodó el cabello mientras hablaba. -Bueno... mi turno termina en dos horas y... no sé sí podrías...
-Estaré aquí en dos horas.
jueves, 2 de julio de 2009
#125 - Sombras de un Cielo Absurdo: 08.
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