lunes, 2 de mayo de 2011

2011-016

Y así, de pronto, las cosas cambian de la forma más imperceptible, y el mundo sigue girando igual que lo hacía cinco minutos antes, sin que te hayas dado cuenta de nada. El Sol sigue saliendo por el mismo sitio, Plutón sigue sin recuperar su categoría de planeta y nadie parece siquiera haberse enterado de eso en primer lugar. Pero algo se siente distinto y no tiene nada que ver con el universo, ni con la economía, ni con nada.

Siempre he creído, en lo personal, que estos cambios de los que sólo se puede dar cuenta quien los experimenta son los mejores, porque a pesar de ellos todavía sabes dónde estás parado en este momento, y puedes seguir con tu vida como si nada hubiese cambiado, aunque dentro de ti sientas que lo ha hecho, siquiera un poco. Caminar por las mismas calles y llegar al mismo lugar de siempre, sabiendo que ahora es un lugar completamente distinto y que sólo uno mismo puede sentirlo así. Es como una pequeña broma interna entre uno y el universo, un guiño entre las nubes y el sol que aún no se quiere ir. Como tomar un helado y sentirte bien mientras ves la lluvia al otro lado de la ventana.

Salgo al balcón y todo sigue igual. No. No todo. El aire se siente distinto. Se siente más fresco, quizás por el otoño. Pero hay algo más. Magia, tal vez. Algo cambió, de eso estoy seguro. Y nadie más puede verlo.

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