jueves, 25 de junio de 2009

#120 - Sombras de un Cielo Absurdo: 03.

Se puso la casaca de cuero artificial y presionó algunos botones en la terminal al lado derecho de la puerta. Tres pequeñas esferas de acero pulido, no más grandes que una bola de billar, salieron de algún rincón del departamento y empezaron a flotar por la sala, decidiendo la mejor forma de cumplir con la lista de tareas de la limpieza de fin de semana. Muchos preferían a las ginoides para el servicio doméstico, pero a él siempre le había parecido un desperdicio. Los robots esféricos podían llegar a todos los rincones del departamento sin tener que cambiar de lugar los muebles, y varios de ellos podían trabajar juntos por menos de la mitad de lo que costaba una ginoide. Sonrió. Demasiadas reflexiones para una mañana de domingo. Salió del departamento y tomó el elevador. Las calles estaban abarrotadas, igual que todos los domingos por la mañana. Caminó los dos bloques que lo separaban del café, y le pareció extraño que recién hubiese notado a la chica de Júpiter hacía tres semanas. Sería acaso que no había prestado la suficiente atención. De pronto se dio cuenta de que ya estaba sentado en una de las mesas al lado de la ventana. Por alguna razón el lugar estaba casi desierto. Y allí estaba ella, caminando entre las mesas con su uniforme de blusa y minifalda azul marino, el pequeño mandil amarillo, el cabello castaño oscuro atado en un moño, los enormes ojos azul cielo y la sonrisa que le daba la bienvenida una vez más.


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