Escribir por impulso. Por la necesidad de escribir. Porque los dedos están inquietos y escribir es mas productivo que tamborilear en el borde de la mesa. Escribir porque hace demasiado calor y no puedo dormir tranquilo.
Echarse un poco de agua en la cara y el cuello y abrir puertas y ventanas a ver si así se hace un poco más tolerable. Tomar un poco de agua y eliminarlo como sudor en un par de minutos. La seguridad de que habrá noches incluso peores y realmente no hay mucho que se pueda hacer salvo aguantar y traer el ventilador de la sala para ponerlo en alguna parte de la habitación. Saber que esta casa es mucho más fresca que la de mis padres, aunque su habitación siempre tuvo mejor ventilación que la mía y en este momento debe estar tibia y no hirviendo. Quedarse dormido a pesar de todo y despertar algunas horas después porque las sábanas ya están tan húmedas que se pegan al cuerpo.
El sol salió hace un rato y el calor sólo va a empeorar a menos que suceda algún milagro. Mejor entrar a la ducha de una vez y después aprovechar que estoy despierto antes de lo habitual. Tomar con calma un buen desayuno y leer las noticias acumuladas durante la noche. Tal vez por fin pueda terminar alguna de las mil cosas que tengo a medias desde hace un tiempo. Detesto el calor húmedo del verano infernal de la costa central peruana, pero al menos me sirve para despertar temprano.