sábado, 16 de febrero de 2013

2013-006

Siempre he querido tener una biblioteca en casa. No me refiero sólo a tener varios estantes repletos de libros, más o menos como lo que se quedó en la casa de mis padres, sino a tener un área de la casa (porque tiene que ser una casa pues mi idea no entra en un departamento… a menos que sea un departamento bastante grande) dedicada exclusivamente a los estantes y las colecciones de libros. Un escritorio o mesa de trabajo, una silla cómoda y un sofá o sillón tampoco vendrían nada mal. Estoy completamente seguro de que a los libros también les gustaría eso.

Me gusta observarlos desde el escritorio y al pasar. Hay algo reconfortante y al mismo tiempo estimulante en observar un grupo de libros ordenados en una biblioteca o apilados en un escritorio. Una sensación de tranquilidad, pero también de potencial. La sensación es casi la misma cuando estoy cerca de un Kindle. No es exactamente la misma, pero es muy parecida. No es sólo la sensación física del contacto con el papel, es algo que va más allá. Quizás sea sólo que realmente me gustan mucho los libros, pero prefiero pensar que hay una cierta magia inherente a la palabra escrita sin importar su presentación.

Sonrío mientras pongo otro libro en el estante y pienso que realmente debí haber comprado al menos un estante más para poder ordenar bien los libros y tener algo de espacio adicional. En fin. Será cuando mis cuentas finalmente se recuperen de los gastos de la mudanza.

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