sábado, 21 de abril de 2012

2012-006

Creo que en nunca terminamos de acostumbrarnos mucho a la idea del paso del tiempo, y así los días y los meses siempre terminan por sorprendernos, y antes de que nos demos cuenta un año más ha pasado y recibimos el nuevo año con la misma sorpresa con que recibimos el anterior y los que estuvieron antes de ese, y así recibiremos también a los que inevitablemente vendrán después. Tenemos relojes y calendarios, y los tenemos por todos lados, pero de todas formas el tiempo se nos escapa y nos sigue sorprendiendo. Un día despertamos recordando con nostalgia cosas que aún podemos ver frescas en nuestras mentes pero en realidad pasaron hace un año o más, y nos sorprende darnos cuenta de que el tiempo realmente pasa sin que podamos evitarlo.

¿De dónde vino todo eso? No tengo la menor idea. Es sólo algo que surgió de pronto mientras terminaba de responder un correo enviado por alguien a quien no he visto hace ya demasiado tiempo.

El viento fresco se cuela por el balcón y agita ligeramente las hojas de un cuaderno abandonado en una esquina del escritorio. Trae recuerdos de otro cuaderno, casi en la misma posición, hace alrededor de seis años, cuando las cosas empezaban a cambiar para mejor. El humo de un cigarrillo para completar el hechizo que aprendimos a medias en una calle hace tanto ya. Me pregunto si aún lo recordarás o si lo habrás olvidado. La respuesta llega en una hoja de ficus que el viento arrastra hacia el infinito. Sonrío.

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