Cierro los ojos por un instante y siento que todo está bien y las cosas han vuelto a su lugar, cualquiera que este haya sido antes. Abro los ojos y observo el vuelo errático de una polilla alrededor de un poste de luz. Es de noche y el viento fresco es una bendición después del calor insoportable que nos atormentó desde la mañana hasta que finalmente encontramos un lugar que tenia justo lo que necesitábamos. Las luces trazan sombras curiosas. Un coro de grillos en una casa que da la impresión de estar abandonada pero se traiciona con la luz de una pantalla de televisión a través de una ventana en el segundo piso. El recuerdo de una gata negra que solía observarme desde los arbustos y de pronto desapareció. Escucho el eco de conversaciones lejanas, quizás presentes o quizás sólo sombras del pasado. El frío cemento familiar bajo mis pies.
¿Realmente me fui de aquí? Los recuerdos me acompañaron todo ese tiempo, a pesar de todo, y estuve más o menos al tanto de algunas cosas y seguí en contacto de alguna forma, aunque no con la frecuencia de antes.
Me gusta fumar mientras camino y me dejo llevar por los recuerdos y las sensaciones a mi alrededor. Llegar a la avenida. Perderme en el tráfico. Navegar entre la multitud para comprar algo de comer para el regreso a casa. El camino conocido con un cigarrillo en los labios y las líneas de humo trazando símbolos extraños detrás de mí.