lunes, 10 de mayo de 2010

02.005

Hace unos días me di cuenta que hace demasiado tiempo que no juego Dungeons & Dragons. Sigo escribiendo, creando personajes y tejiendo historias, aventuras y demás cosas, revisando libros de reglas y dibujando mapas, pero realmente no he tirado los dados en una partida en más de seis meses. No he jugado con mi primer grupo desde antes de la graduación hace ya más de cinco años. Seguí jugando esporádicamente con mi otro grupo hasta hace cosa de un año, y logré reunir un pequeño grupo eventual con el que sólo jugué un par de veces hace más de medio año. Supongo que es normal que los grupos de juego se alejen a medida que sus miembros crecen y empiezan a acumular nuevas ocupaciones y obligaciones que no pueden dejar de lado para sentarse alrededor de una mesa y pretender que son aventureros recorriendo ruinas o explorando cavernas habitadas por criaturas inenarrables. Sé con certeza que todos seguimos siendo el mismo grupo de nerds que éramos entonces (posiblemente seamos incluso más nerds ahora, o al menos tenemos mayor facilidad para serlo), es sólo que ya no tenemos tiempo para ser nerds juntos como antes. En el mundo real no podemos hechizos para detener el tiempo y acabar con el villano antes de que se ponga el sol y poder volver a casa con la familia. En el mundo real tendremos que esperar el momento exacto, la conjunción de los astros que finalmente nos permita volver a ser un grupo de tipos pretendiendo ser elfos.

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