sábado, 7 de febrero de 2015

2015.009

Tengo el navegador en pantalla completa para ver un mapa de Dungeons and Dragons del que quiero sacar algunas ideas para una aventura que eventualmente usaré con mi grupo (con algún grupo). En momentos como este, me gustaría tener un segundo monitor para escribir la aventura teniendo el mapa gigante al lado, o poner twitter en pantalla completa como una suerte de ruido de fondo. Tal vez en un mes o dos (o tres), cuando mi tarjeta esté bien recuperada de los gastos recientes. La vieja idea de llenar el escritorio de monitores aunque no haya nada que mostrar en ellos.
Y mientras escribía ese párrafo, me di cuenta de que Coraline, mi laptop, ya tiene casi seis años de maltrato duro y parejo. En todo este tiempo sólo he tenido que reemplazar una vez el cargador. Claro que la batería ahora dura, con suerte, un poco más de una hora, pero el teclado y el monitor están casi en perfectas condiciones (salvo por la tecla Q, que se rompió apenas un mes de después de haber comprado el aparato, cuando le cayó encima una taza vacía). Espero que dure unos cuantos años más, porque realmente no tengo muchas ganas de invertir en otra laptop en un buen tiempo, aunque a veces aparezca la tentación.
La tentación a la que sí voy a seguir sucumbiendo con cierta frecuencia, y por tiempo indefinido, es la de comprar libros aunque sea para seguir apilándolos en un mueble hasta que tenga tiempo de leerlos.

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