martes, 31 de agosto de 2010

02.011

Si tienes que golpear la puerta porque no hay timbre, primero fíjate si es la puerta correcta, y, cuando estés seguro, da tres o cuatro golpes sonoros, sin exagerar, y luego espera un par de minutos (cuenta hasta cien) para que las personas de la casa tengan tiempo de abrir. Si hay un timbre, llama una vez o dos y espera. Si nadie abre, repite el procedimiento un par de veces más. Si a la tercera nadie abre, no insistas. Es algo simple que me enseñaron cuando era pequeño y se quedó conmigo para siempre.

Esta mañana (poco después de ver frustrado mi baño matutino porque la motobomba dejó de funcionar y el técnico no podía ir a repararla al menos en dos horas) mi desayuno se vio interrumpido cuando alguien llamó la puerta como si el fin del mundo estuviese a la vuelta de la esquina, para después preguntarme si votaba aquí o en otro lugar y por quién pensaba votar. No tengo ningún problema con responder encuestas electorales, tampoco tengo problema alguno en bajar desde el estudio (en el tercer piso) cuando alguien toca la puerta del primer piso, pero sí tengo un problema enorme con que la gente llame a mi puerta con urgencia para algo tan trivial como una encuesta. O cuando golpean sin parar hasta que abro… y me preguntan si tengo un par de minutos para tratar de convencerme de unirme a su religión. Y me miran raro cuando les cierro la puerta en la cara.

viernes, 13 de agosto de 2010

02.010

Casi nunca veo televisión nacional, salvo por el noticiero que ven mis padres a la hora de almuerzo, el de entrevistas que vemos durante la cena, y uno que otro programa político. Prefiero evitar los programas de espectáculos, de variedades y concursos (que se limitan a repetir las mismas fórmulas), y los programas que no tienen más función que alimentar el ego de sus conductores.

Hoy me senté a ver el noticiero después de la cena, y en menos de dos minutos resentí el golpe de media docena de incongruencias espetadas por un reportero que… habla… en… pausas… dramáticas. Alguien debería enseñarle a narrar, a conjugar verbos, a usar adverbios y a respetar géneros. Pero eso no era lo peor. Parece que las únicas noticias del día fueron dos tachas a un candidato, dos robos, dos accidentes y dos homicidios ocurridos hace un par de días (no creo que sea coincidencia que todo viniera en pares), y en el resto del mundo no pasó absolutamente nada, pues el noticiero no informó acerca de nada ocurrido fuera del Perú. Con tan pocas noticias que reportar, la información se terminó a los cuarenta minutos, así que al noticiero no le quedó más que llenar los siguientes diez minutos con información acerca de las series cómicas producidas por el mismo canal. Después, diez minutos de noticias deportivas y buen fin de semana y apoyen a la Teletón (al menos UNA cosa realmente útil en sesenta minutos de noticiero). Y me preguntan por qué no veo televisión nacional.